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El Silencio de John Cage llega a Barcelona

Con la finalidad de reflejar la extraordinaria contribución de Cage en el arte contemporáneo, el MACBA presenta la mayor exposición dedicada al artista desde su muerte.

Puede que su nombre sea muy familiar, pero su obra no es conocida de manera extensa y profunda. John Cage (1912-1992) definió una práctica tan radical de la composición musical que cambió el rumbo de la música moderna y configuró un nuevo horizonte conceptual del arte de posguerra. Con la finalidad de reflejar la extraordinaria contribución de Cage en el arte contemporáneo, el MACBA presenta la mayor exposición dedicada al artista desde su muerte. La muestra, coproducida por el Henie Onstad de Noruega y comisariada por la australiana Julia Robinson, recorre la amplia trayectoria del compositor neoyorquino, desde sus primeras obras en la década de los 30 hasta su conocida teoría del silencio (y la pieza 4’33») y el uso del piano preparado, pasando por diversos experimentos en el uso del azar y la indeterminación en la composición musical que desembocaron en una original obra multimedia cargada de mensajes políticos.

La exposición dedica también una importante sección al diálogo que mantuvo Cage con otros artistas, entre los que se incluyen Marcel Duchamp, Robert Rauschenberg y Andy Warhol entre otros. Grabaciones sonoras, películas y material documental que desde hoy y hasta el 10 de enero del próximo año se exponen en el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (Plaça dels Àngels, 1) dan una idea del extraordinario alcance de las ideas de Cage. Una peculiar manera de concebir la música y que podría resumirse con una anécdota del propio autor refiriéndose a sus años de estudiante:

Cuando pedí a Schönberg que me enseñara música me dijo: «Quizás no alcances a pagar mis honorarios”. Yo le contesté: «Ni los mencione. No tengo dinero». Él me dijo: «¿Vas a consagrar tu vida a la música?» Esta vez contesté que sí. Me dijo que me enseñaría sin cobrar sus honorarios. Abandoné la pintura y me concentré en la música. Después de dos años se nos hizo evidente a ambos que yo no tenía sensibilidad para la armonía. Para Schönberg la armonía no era algo que daba colorido: era algo estructural. A través de ella uno podía distinguir una parte de la composición de la otra. Por eso me dijo que nunca podría escribir música. «¿Por qué no?» «Te toparás con una pared sin poder atravesarla.» «Entonces me pasaré toda la vida golpeándome la cabeza con esa pared.»