Hamza El Din, el último embajador de Nubia
Ataviado con un inmaculado Thawb y acompañado de su inseparable Oud de 12 cuerdas, el ilustre embajador nubio dedicó una vida a recuperar las raíces de un pueblo olvidado.
Entre el mediterráneo egipcio y la sabana de la África sudanesa yace Nubia, tierra en la que durante siglos convergieron la sabiduría de la antigüedad con los lazos económicos y políticos de Egipto. Actualmente las aldeas nubias se encuentran en la orilla oeste del Nilo, cerca de la ciudad de Kom Ombo, así como en la isla de Elefantina en el río Nilo. Algunos nativos, en lugar de la reconstrucción de sus hogares tras la inundación sufrida en la decada de los 60 por el levantamiento del alto dique de Asuán, huyeron a las grandes ciudades como El Cairo, dejando una cultura floreciente durante milenios al abandono absoluto.
El penúltimo fenómeno cultural de la vida de los nubios fue Hamza el Dim, compositor, etnomusicólogo y maestro laudista que durante tres años recorrió en burro la tierra de sus antepasados para coger el testigo de la música clásica nubiense. Nacido en 1929 en Toshka, el Din se formó de manera autodidacta estudiando el Oud y el Tar (tambor ancestral originario de la parte superior del Nilo). Más tarde y tras su paso por los conservatorios de El Cairo y Roma, creó una original reinterpretación de sus raíces, aunando las tradiciones musicales árabes con las enseñanzas de las músicas occidentales. Descubierto en 1964 por el público occidental a través de su actuación en el Newport Folk Festival, tuvo la posibilidad de grabar varios discos en América. Probablemente el más importante fuera el legendario Escalay: The Water Wheel, publicado en 1970, y que sería posteriormente aclamado por los compositores minimalistas Steve Reich y Terry Riley, así como la banda de rock psicodélico Grateful Dead. Con estos ultimos y a través del baterista del grupo Mickey Hart estableció una relación que culminaría en 1978, con los californianos y el maestro de Toshka tocando en las pirámides de Egipto. Escalay fue también puente de union entre Oriente y Occidente gracias a la complicidad del Kronos Quartet, que regrabaron el sugestivo e hipnótico tema que daba título al elepé de 1967 en un disco de 1992 titulado Pieces of Africa.
Ataviado con un inmaculado Thawb y acompañado de su inseparable Oud de 12 cuerdas, el ilustre embajador nubio dedicó una vida a recuperar las raíces de un pueblo olvidado, una vida que podría resumirse en las palabras que regaló a los asistentes de su único concierto en Madrid:
He intentado plasmar los sonidos y las imágenes de mi niñez, los colores de la luna y la tierra nubienses, tan luminosos e intensos, porque la música no es sino el entorno del hombre, el rumor del agua y el suelo que pisa. La música está en el silencio.
Hamza El Din falleció el 22 de mayo de 2006 en Berkeley, tras una intervención quirúrgica